La península de Yucatán, en México, ha sido protagonista de muchos eventos que han marcado la historia de la evolución del planeta, de los organizamos que habitamos en ella, y de los primeros pobladores y civilizaciones que surgieron en el continente americano, en Mesoamérica y en el Nuevo Mundo. Aquí la historia de sus huellas prehistóricas.

Los cenotes y cuevas característicos y únicos de la península de Yucatán resguardan, cual cápsulas de tiempo, evidencia de todos estos acontecimientos, que se han preservado inmersos en sus cristalinas aguas y oscuros recintos.

Huellas prehistóricas: el meteoro

Ejemplos de ello, son la caída del meteoro de Chicxulub al noroeste de la península de Yucatán, lo que provocó la extinción de los dinosaurios hace 65 millones de años, y el resurgimiento de la vida y de nuevas especies.

Las primeras migraciones, huellas prehistóricas

Tiempo después, llegan a América los primeros migrantes humanos provenientes de Asia, quienes cruzan, hace unos 14,000 años, el estrecho de Bering internándose en el continente, y es en la península de Yucatán donde encuentran las condiciones ideales para la sobrevivencia de su especie y la evolución de su cultura.

Los mayas

Más adelante, surgen los mayas y generan una de las civilizaciones más avanzadas de Mesoamérica, que destacó por su escritura jeroglífica, la astronomía y las matemáticas, el arte y la arquitectura y su comprensión por la creación del universo y el comienzo de la humanidad.

Los españoles

Después, los españoles se aventuran y atraviesan el Océano Atlántico en búsqueda de nuevas rutas de navegación, y es en las costas de Yucatán y el Caribe Mexicano, donde se da el encuentro con un Nuevo Mundo, que habría que explorar y conquistar.

Los primeros antecedentes que describen la posible evidencia arqueología que yacía sumergida en los cenotes de la península de Yucatán, estaba limitada a lo descrito por los mayas en sus códices y a lo visto y narrado por los españoles en sus manuscritos. En ese entonces, no había manera de pasar el umbral de la superficie del agua de los cenotes, y adentrarse en los profundos y oscuros pasajes para ver su contenido.

El saqueo

En 1836, el diplomático estadunidense Edward Thompson adquirió la hacienda de Chichen Itzá, y dados los antecedentes de los rituales y ofrendas que migrantes de toda Mesoamérica hacían al dios Chaak (vinculado al agua) en el Cenote Sagrado de Chichen Itzá, dragó durante 30 años el cenote extrayendo miles de piezas de la cultura maya y de otras vecinas.

Primeros intentos arqueológicos

En la década de 1960 el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) generó los primeros antecedentes del instituto para llevar a cabo registros arqueológicos subacuáticos en los cenotes, siendo el Cenote Sagrado de Chichen y su contenido el primer intento de ellos.

El doctor Román Piña Chan se encargó de la misión, quien, con apoyo de buzos recreativos del Club de Exploradores y Deportes Acuáticos, CEDAM, recuperó algunas piezas que aún quedaban en el interior del cenote, entre ellas huesos humanos que habían sido sacrificados y arrojados al interior del cenote.

Sin embargo, ante la falta de especialistas y la posibilidad de llevar a cabo registros sistemáticos y precisos de la evidencia en el fondo, el doctor Piña Chan interrumpió los trabajos y los pospuso indefinidamente.

Arqueología subacuática

En 1995 egresó la primera y única generación de especialistas en arqueología subacuática de la Escuela Nacional de Antropología e Historia, quienes adquirieron la formación académica y, tiempo después, las técnicas necesarias para la práctica del espeleobuceo.

Esta generación pudo llevar a cabo investigaciones sistemáticas y científicas, y registros precisos de los vestigios arqueológicos y paleontológicos que yacen sumergidos en las cuevas y cenotes de la península de Yucatán.

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