Niza es una de las ciudades más importantes de Francia. En concreto, es la quinta, aunque es un destino que, sobre todo, es conocido por las posibilidades que tiene para el turismo. De hecho, es uno de los principales focos de atracción de turistas internacionales. Su ubicación privilegiada, entre el mar y la montaña, sus paisajes, su luz especial y el arte y patrocinio que alberga son algunos de los motivos por los que merece la pena visitarla. No en vano es una de las ciudades más atractivas de la Riviera Francesa.

Qué ver

Niza es un destino que es muy conocido por sus playas al estar la ciudad en la Costa Azul. Sin embargo, ofrece mucho más porque tiene grandes atractivos como su centro histórico, que es ideal para pasear por sus calles estrechas, que recuerdan a una ciudad italiana del siglo XVI. Un aire que se debe a su vinculación a lo largo de la historia.

En este paseo hay que fijarse en los colores de los edificios, sobre todo, del Vieux Nice. Amarillos, ocres y rojos son los tonos característicos y que siguen siendo los únicos que se pueden elegir para pintar las fachadas de las casas.

Su mercado de flores es otro de sus principales atractivos. Es un mercado callejero con mucho encanto en el que, además de las plantas, se pueden comprar verduras, aparte de poder encontrar también antigüedades.

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El recorrido nos lleva también a las terrasses de Ponchettes para ver una panorámica completa de la ciudad y de los palacios que están flanqueando el Tours Saleya, así como a las iglesias, que son muy abundantes en Niza. Dentro de ellas, destaca la Chapelle de la Miséricorde, una auténtica joya barroca.

Precisamente, el arte barroco está presente también en el Palais Lascaris, que está diseñado al estilo de los palacios genoveses. El recorrido nos debe llevar también a la Colline du Chäteau para ver las ruinas que quedan del castillo.

Compras

En cuanto al turismo de compras, Niza es una buena opción para comprar diferentes artículos en sus tiendas, pero especialmente dulces como las frutas confitadas y bombones. Y, aunque no gusten los dulces, merece la pena acercarse a la Maison Auer para ver la tienda por su decoración florentina. Además, está cerca del teatro, que tiene una fachada digna de ver.

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